El alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, se empeña en repetir cada vez que puede que desde que comenzó esta situación de estado de alarma motivada por el Covid-19 ha dado la cara todas las semanas. Cierto. Ha dado la cara para la foto. Porque la ciudadanía tiene que saber que una vez por semana, Rojo nos ofrece su “Aló Alcalde” dando a los medios de comunicación la posibilidad de que envíen sus preguntas vía whatsapp una hora antes del comienzo y sin conocer, claro está, el contenido de su intervención. Así, sin inmutarse, sigue a pies juntillas el más fiel estilo de su jefe Pedro Sánchez, obligado este a rectificar estas artes de control y de atentado al derecho a la información tras el plantón de los propios periodistas.
En la dos últimas conferencias, Rojo se mostró generoso, y permitió, además, 4 preguntas vía whatsapp una vez concluida su alocución. Una de ellas hizo alusión al interés de que Rojo se pudiera decidir a ofrecer ruedas de prensa con preguntas y repreguntas en directo; esta no la tenía preparada, con lo cual optó, muy socorrido en él, por echar la culpa al PP, que no le había dejado medios materiales para poder hacerlo. Bien sabe el alcalde que para emitir una videoconferencia no necesita más que un ordenador, conexión a internet y voluntad.
La falta de seguridad en sí mismo y la obsesión por tener controlada una situación a la que le está costando hacer frente, llevan a Rojo a ofrecer “ruedas de prensa” enlatadas que no son más que discursos sobre “lo que yo quiero que oigan” y no sobre “lo que quieren los ciudadanos oir”. ¿Qué miedo tiene Alberto Rojo a ofrecer ruedas de prensa en riguroso directo para los medios de comunicación y para la ciudadanía? ¿Es esta la transparencia de la que hace gala este equipo de gobierno en los momentos en que más se necesita?
Estos vicios suponen una vulneración del derecho a la información recogido en el artículo 20 de la Constitución Española. En ningún caso la declaración del estado de alarma recoge una merma del cumplimiento de este artículo. Y Rojo está actuando peligrosamente despreciando las normas más elementales de un estado democrático. El alcalde se mete tanto en su teatro que incluso ha llegado a hacerse el sorprendido por alguna pregunta formulada una hora antes de su discurso: “tenía aquí los datos por si acaso preguntaban…”. Y eso se llama engañar a los vecinos.
Hoy en día, tenemos un alcalde atrincherado, incapaz de tomar una decisión por sí mismo; agazapado y paralizado. Nuestros vecinos necesitan medidas concretas, no meros anuncios que no dejan de ser fuegos artificiales para desviar la atención. Y esa inacción no es buena para la ciudad de Guadalajara que está sufriendo esta cómoda pero nociva posición de “institución complementaria”. Y así está siendo. Aunque no lo fuera para contratar una discoteca móvil que recorriera las calles de la ciudad en los momentos más duros de esta crisis. Para eso sí tomó la iniciativa.
Y a esto se une el desprecio absoluto hacia el Grupo Popular al que no ha respondido ni a una sola de las propuestas que se le han realizado. Y han sido ya unas cuantas.
ARMENGOL ENGONGA GARCÍA
Concejal del Grupo Popular
Ayuntamiento de Guadalajara
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